El Idioma Nahualt


Manuel García Sesma

Es la lengua de que se sirvieron preferentemente las tribus nahoas, procedentes de Aztlán o Aztátlan – ciudad del Norte, no identificada todavía – que se establecieron en el Valle de México, en el siglo XII de la era cristiana, fundando un imperio que duró hasta el siglo XVI.

SUS ORÍGENES.
         Hasta ahora se desconocen con certeza. El filólogo americano T. S. Denison ha pretendido demostrar por sucesivos estudios comparativos – lexicográficos, morfológicos y fonéticos – el parentesco del Náhuatl con la familia lingüística indoeuropea, mientras que el profesor Kint Arai se ha esforzado en emparentarlo con las lengua orientales, principalmente con la china.  Pero hasta el presente nada hay definitivamente establecido.

EL NÁHUATL DESDE EL PUNTO DE VISTA GENEALÓGICO.
Según las últimas investigaciones de los nahuatlistas, pertenece al Grupo Taño-Azteca, familia Yuto-Azteca, dentro del cuadro general de las lenguas indígenas del Norte y de Centroamérica.

EL NÁHUATL DESDE EL PUNTO DE VISTA MORFOLÓGICO.
Morfológicamente es una lengua polisintética y aglutinante con marcada tendencia a la flexión.  Su maravillosa flexibilidad le permite reunir en un solo vocablo no solo frases, sino hasta oraciones completas, como en el vocablo: “Nixochincuicatinemi” (me paso la vida cantando cantares floridos).

EL NÁHUATL DESDE EL PUNTO DE VISTA FONÉTICO.

Es una lengua dulce y sonora, debido a la multiplicidad de consonantes líquidas y de vocales que entran en la composición de sus sílabas.  Según Remi Simeon, náhuatl significa precisamente “armonioso, que suena bien”, y por lo tanto, lengua náhuatl quiere decir lengua armoniosa, o como anota Dávila Garibi, “lengua de los nahuatlacah, esto es, de las gentes que hablan y se explican con claridad”.

EL NÁHUATL DESDE EL PUNTO DE VISTA HISTÓRICO.

Desempeñó un papel preponderante en la cultura de varios pueblos aborígenes de México, principalmente en la época de los toltecas; fue durante los reinados de Axayacatl y Moctecouhzoma II, una lengua comercial que puso en contacto numerosos pueblos; y por fin, fue la lengua adoptada preferentemente por los misioneros españoles, a raíz de la Conquista, para adoctrinar a los indígenas.

EL NÁHUATL EN LA ACTUALIDAD.

Actualmente es hablado todavía – aunque muy adulterado – por cerca de medio millón de indígenas, repartidos en los Estados de México, Hidalgo, Morelos, Guerrero, Tlaxcala, Puebla, Veracruz y  San Luis de Potosi.

FONÉTICA Y PROSODIA DEL NÁHUATL.

Su comparación con el español.

El náhuatl carece de las consonantes españolas: b, d, f, g, j, ll, ñ, r, rr, v. Sin embargo, ésta última se usó durante los primeros años con valor de w. El náhuatl tampoco posee la grafía k, cuyo sonido se representa por c fuerte o q; ni la grafía s, cuyo sonido se representa por c suave o z, las  cuales no tienen en náhuatl la articulación linguodental con que se pronuncian en España. Sin embargo, es muy probable que el sonido de s castellana no existiera en el náhuatl del tiempo de la Conquista, como conjetura Dávila Garibi, y que la c suave, la ç y la z iniciales tuvieran entonces un sonido intermedio entre el que se les da en España y en los países iberico-americanos, ya que de otra manera los escritores antiguos hubieran preferido emplear la s, y no la c, ç, z en posición inicial, y la x en posición final.

Sustitución de las letras deficitarias del náhuatl.

La c y q sustituyen a la k; la l, a la r; la p, a la b y a la f; y la t a la d.

ESCRITURA Y ORTOGRAFÍA NAHUAS

La escritura náhuatl precortesiana.

Era fundamentalmente jeroglífica, componiéndose de signos figurados, simbólicos, ideográficos y fonéticos.  Esas cuatro categorías de signos se mezclaban confusamente, escribe Orozco y Berra, sin tomar un rumbo determinado y firme.  Lo más notable de esta escritura consistía en que el antiguo ideograma era empleado para representar palabras homófonas, pero dotadas de distinto sentido.

Cree Simeon que, aun sin la venida de los españoles, dado lo avanzado de la evolución que a la sazón estaba sufriendo la escritura del náhuatl, éste hubiera alcanzado, en breve tiempo, una escritura alfabética completa.  Sin embargo, algunos tlacuilos trataron en la época de la Conquista, de imitar el sistema gráfico de los españoles, mas no lograron sustituir los ideogramas por fonemas. Por lo demás, los mismos misioneros españoles continuaron empleando entre los indios la escritura ideográfica hasta fines del siglo XVII.

Entre los eruditos que se han esforzado por descifrar el sistema gráfico de loa aztecas, deben citarse Juan de Torquemada, Acosta, Clavigero, Gama, Pichardo, Humbolt, Aubin, Rosny y Francisco Pimentel.  Al francés Aubin, que anduvo por México en el segundo cuarto del siglo pasado, haciéndose con una rica colección de documentos y de antigüedades relativos a los indios, se debe la publicación de los famosos mapas Tlotzin y Quinatzin, así como una notable “Mémoire sur la peinture didactique et l´écriture figurative des anciens Mexicains”.

Los signos jeroglíficos de la escritura Náhuatl eran variadísimos. Entre los fonéticos mencionaremos el de la e, cuyo sonido representaban por un pequeño óvalo negro con una manchita amarilla en medio, o sea con el jeroglífico de etl, frijol (e sin el sufijo artículo tl); el de o, cuyo sonido representaban por varias huellas humanas, encerradas dentro de dos líneas paralelas, o sea con el jeroglífico de ohtli, camino (o sin el sufijo formativo tli); y el de p, cuyo sonido representaban por una bandera, o sea por el jeroglífico de pantli, bandera. También eran muy curiosos los signos jeroglíficos de los números.  La unidad se representaba por una uña; el cinco, por una mano abierta; el ochenta, por un manojo de yerbas atado con una faja adornada; el cuatrocientos, por medio de una palma; el ocho mil, por medio de una bolsa o talega, etc.

La escritura náhuatl postcortesiana.

         Fue la española, o mejor dicho, la latina, que es la escritura común a todas las lenguas romances. El primitivo alfabeto utilizado por los misioneros para la escritura del náhuatl quedó integrado, como ya se ha dicho, por veintitrés letras: a, c, ç, ch, e, h, i, j, l, m, n, o, p, q, t, tç, tl, tz, u, v, x, y, z. Posteriormente cayeron en desuso la c, j, tç y v, con lo que el alfabeto postcortesiano tradicional quedó reducido a 19 letras, y prescindiendo de las dobles tl, tz, a 17.

En el siglo XIX, se trató de simplificarlo más todavía, empleando la k en vez de q y de c gutural; la s, en vez de c suave y de z; la w, en vez de hu, etc.; pero estas reformas, obra de la iniciativa particular, solo fueron aceptadas por una minoría.

El alfabeto fonético del náhuatl.

Para poner fin al confusionismo ortográfico, la Primera Asamblea de Filólogos y Lingüistas, reunida en México en mayo de 1939, lanzó la idea de la elaboración de un alfabeto fonético, que fue llevada posteriormente a cabo por una Comisión especial nombrada al efecto por el Consejo de Lenguas Indígenas.   En dicho alfabeto, la ch queda sustituida por la c con cuernos, c; la x, por la s con cuernos, s, la tl, por la lambda griega, ; la ts, por el signo de los centavos, c; la c gutural y la q, por la k; la z, por la s; y la hu, por la w. Para las vocales largas se acordó usar un punto en seguida de la letra afectada; y para el saltillo, se inventó un nuevo signo parecido al que cierra la interrogación, ¿.

La ortografía náhuatl.

No existe todavía una ortografía uniforme, generalmente aceptada, pues, como es sabido, los aztecas no poseyeron una escritura alfabética y la introducida por los españoles solo fue una interpretación más o menos exacta del lenguaje hablado de los nahuas, sin ninguna base científica, es decir, etimológica.  De aquí la anarquía ortográfica que, desde la Conquista, ha venido imperando en la escritura del náhuatl, sin que se haya corregido todavía.  De todos modos, se pueden dar algunas reglas generales, observadas por la mayoría de los náhuatlistas.

·        Se escribe c, con sonido de k, antes de a, o, u, y a menudo, con sonidos, antes de e, i
·        Se escribe c final en los pretéritos de los verbos acabados en o y ca, en los verbos que tienen saltillo, en los terminados en hua, hui, qui, y los verbos i, cui y sus compuestos.  También se escriben con c final los pronombres activos de primera y segunda personas, los adjetivos que significan colores en abstracto, etc. Nunca se escribe c antes de l.
·        Se escribe h ante los diptongos ua, ue, ui y los triptongos uau, uei, uey; en los finales de uh de los nombres acabados en tl que se juntan con pronombres posesivos, y al final de las personas del singular del pretérito de indicativo de los verbos acabados en hua, hui, invirtiendo el orden.
·        Se escribe m antes de p y nunca al final de palabra.
·        Se escribe n al final de palabra, y en reemplazo de la m que queda a veces en la formación del pretérito, al quitar la última letra.
·        Se escribe q ante ue, ui (que, qui), pero nunca ante ua (cua).
·        No debe escribirse t entre dos l
·        Se emplea z en lugar de la antigua ç.
·        Al final de renglón no se deben dividir los diptongos, los triptongos ni las consonantes compuestas ch, tl, tz.

Morfología Náhuatl

Las partes de la oración.

Son ocho: sustantivo, adjetivo, pronombre, verbo, adverbio, posposición, conjunción e interjección.

El náhuatl no tiene artículos, aunque Caroche, Paredes, Vetancourt y la mayoría de los nahualistas sostienen que la partícula expletiva in, colocada delante de un nombre, suple al artículo definido, significando el, la , lo, los , las, según los casos.  En cambio, Dávila Garibi afirma que solo en casos excepcionales puede admitirse esa función supletoria y que, en general, la partícula in, empleada independientemente, es decir, sin entrar en composición con otra palabra, es exclusivamente eufónica.

El náhuatl posee un corto número de preposiciones que no son más que posposiciones desplazadas del compuesto para actuar con cierta independencia en la frase.  Dicho desplazamiento se verificó después de la Conquista, bajo la influencia del español, por lo que su estudio debe hacerse en el de las posposiciones, sin considerarlas como una parte independiente de la oración.

Los accidentes gramaticales.

El género.

En náhuatl no existen géneros propiamente dichos, es decir, no hay ningún sufijo que desempeñe el oficio de indicador genérico ni se emplea tampoco para ello el cambio vocálico.  En la casi totalidad de los nombres nahuas se determina el género por los prefijos oquich y zihua, apócopes respectivamente de oquichtli, varón, y zihuatl, mujer: oquichmiztli, león; zihuamiztli, leona.

Tienen sin embargo tema genérico propio: tahtli, padre y nantli, madre; colli, abuelo y zihtli, abuela; telpochtli, mancebo e ichpocatl, doncella, y algunos otros.

Debe finalmente advertirse que oquich y zihua solo son indicadores genéricos, si preceden a un nombre de persona o animal, pues en caso contrario, son raíces de vocablos y no simples prefijos: oquichihuía, padecer con ánimo varonil; zihuacuecuech, mujer obscena.

El número.

Como la mayoría de las lenguas, el náhuatl tiene dos números;: singular y plural.  En el precortesiano solo tenían plural los nombres de los seres animados y los de los que sin serlo, eran considerados por los indios como tales; por ejemplo, los astros.  Más tarde, bajo la influencia del español, se pluralizaron bastantes nombres de seres inanimados: de xochitl, xochime, flores; de tepetl, tetepe, montañas. De todos modos, lo corriente es todavía que se pluralicen los objetos inanimados anteponiéndoles el adverbio miec, mucho: miec calli, casas o muchas casas.

Los sufijos más usuales para pluralizar los nombres son tres: me, que, tin, y las reglas más importantes son las siguientes: 1) en general, los nombres acabados en tli, li, in pierden estas terminaciones y toman tin: de cuauhtli, cuahtin, águilas; de totolin, totoltin, gallinas; 2) loa acabados en ni o tl toman me, pero perdiendo estos últimos tl: de tlatoani, tlatoanime, reyes; de xochitl, xochime, flores; 3) los acabados en e, ua les agregan que: de mille, milleque, propietarios rurales; de aua, auaque, propietarios de agua; 4) los acabados en qui, cambian la i en e: de calpixqui, calpixque, mayordomos.  De todos modos estas reglas tienen bastantes excepciones.

Los personales indefinidos son cuatro: dos nominales y dos verbales en ol (de atolli, pinolli, pozolli....., atol, pinol, pozol), mientras los mexicanos lo hicieron en ole (atole, pinole, pozole). Por el contrario, los cambios semánticos fueron mucho más importantes, como se puede ver por el significado que tienen en Costa-Rica las palabras siguientes: aguacatero, hambriento; camote, cariño; coyote, pícaro; chayote, simple; chile, mentira, dicho grosero; jícara, cabeza, cara, sobre todo, de los animales; chapulinada, chiquillería; chilillo, látigo; jicarón, cabezuco, etc.  Estos cambios de significado se aprecian todavía mejor en los dichos y frases vulgares, como: “Nos cayó el chapulín (o una turba de chiquillos); arrollar el petate (morirse); sacar la jícara (adular); pedir cacao (rendirse); tener malos totolates (tener mal carácter), etc.

Los nahuatlismos incorporados a los idiomas europeos. Los nahuatlismos usados en los Estados Unidos.

Los nahuatlismos no solo han invadido todos los países de habla española, sino que algunos han pasado a los idiomas de todas las naciones civilizadas: el francés, el inglés, el alemán, el italiano, el portugués, etc. Tal ha ocurrido con palabras como “cacao, chocolate, tomate, chicle, zapote, chile” y algunas otras.  Naturalmente al incorporarse a otras lenguas, lo hicieron acomodándose a la fonética evolutiva de cada uno, pero conservando casi inmutable la primitiva raíz nahuatl.  Es lo que ha sucedido, por ejemplo, con la palabra “zapote”, que en inglés se dice “sapota”; en francés, “sapote” o “sapotille”, en italiano, “sapotiglia”; en portugués, “sapotilha”; y en alemán, “sapotillabaun”.

En el país de habla no-española donde se usan más aztequismos, es en los Estados Unidos, especialmente en Nuevo-México y en Texas.  Se explica por razones de vecindad y por tratarse de territorios que hasta la mitad del siglo XIX, pertenecieron a México.  Son de uso corriente alrededor de una veintena y tienen la misma significación que en México.  Tales son, por ejemplo, “amole, biznaga, cajete, capulín, chapulí, elote, gachupín, jacal, jícara, mecate, nopal, etc.”

Idea sobre los americanismos castellanos en general – Su clasificación – Lenguas americanas que más han contribuido al enriquecimiento de la lengua castellana.

Se entiende por americanismos castellanos no solo las palabras procedentes de los idiomas y dialectos indígenas que se incorporaron al español, previa una evolución morfológica y a veces semántica (es decir, los indigenismos), sino en general, toda voz, frase, giro o expresión que, por su fisonomía o su contexto, constituye una variante semántica, lexicológica o ideológica del español que se habla fuera de América y especialmente, en España.  En tal sentido son americanismos:

1)los indigenismos;
2) los arcaísmos del castellano que se habla en España y que continúan conservando en América su antigua lozanía;
3) las palabras que tienen diferente sentido que en España;
4) las palabras formadas de nuevo en América, sea cualquiera el material empleado (castellano, lenguas indígenas, francés, inglés;
5) los usos dialectales adoptados generalmente en América;
y 6) las modificaciones fonéticas y ortográficas.  Los americanismos así entendidos se cuentan por decenas de miles, como se puede comprobar hojeando el “Diccionario General de Americanismos” de Francisco J. Santamaría.  Esta abundancia extraordinaria se explica por dos causas fundamentales.  La primera, porque una buena parte de las palabras originariamente castellanas, así como de las de procedencia indígena, tienen a menudo distinto significado en los diversos pueblos de la misma Hispanoamérica.  Así, por ejemplo, la palabra “chamba” que en España se usa vulgarmente para designar un golpe inesperado de suerte, en México significa trabajo o negocio de oportunidad; en Colombia, zanja; en Bolivia, sulfato de zinc natural; y en Chile y el Ecuador, césped.  El nahuatlismo “aguacatero” que en México significa vendedor de aguacates, se aplica en Costa Rica al que está hambriento.  La segunda causa de dicha abundancia es la cantidad enorme de lenguas y dialectos indígenas que han dado más o menos vocablos al castellano.  Hay que tener en cuenta que solamente en México se hablan más de cincuenta, y en el resto de los países hispanoamericanos, varios cientos; y aun cuando no todos ellos han dado vocablos al castellano, por lo menos, lo ha hecho una buena parte, a veces en proporciones considerables.  Entre los idiomas no-mexicanos proveedores de indigenismos figuran en lugar importante el arahuaco, el quechúa, el guaraní y el aracuano, sobre todo los dos primeros.  El arachuaco o maipuru es uno de los troncos lingüisticos más notables de Iberoamérica, ya que los indios arahuacos ocupaban en los primeros tiempos del descubrimiento de américa la enorme extensión de territorio que va desde el Alto Paraguay, hasta las islas Lucayas, a través de la meseta de Bolivia, la región del Orinoco en Venezuela y las grandes y pequeñas Antillas.  Los indios arahuacos fueron los primeros indígenas con quienes se tropezaron los descubridores del Nuevo continente y de sus idiomas y dialectos (caribe, chaima, cumanagoto, haitiano, etc.) proceden palabras tan usuales como “cacique, caníbal, canoa, caimán, ceiba, colibrí, enagua, guacamayo, hamaca, huracán,macana, mamey, maíz, nigua y sabana”.  En cuanto al quechúa, fue el idioma que con numerosos dialectos, se habló preferentemente en el gran Imperio de los Incas peruanos, que se extendía desde el Ecuador hasta el tercio septentrional de Chile, siendo la lengua indígena que más palabras ha dado al castellano.  Figuran entre ellas “alpaca, cancha, condor, chacra, chirimoya, guayaba, jaguar, loro, pampla, papa, puna, tapioca y vicuña.”

LITERATURA NAHUATL

Está fuera de toda duda que los aztecas poseyeron una literatura propia en lengua nahuatl, desgraciadamente destruida por los misioneros, en su afán de arrancar de cuajo del alma de los indígenas el recuerdo de sus viejas leyes, instituciones, costumbres, tradiciones y supersticiones.  Algo se salvó, sin embargo, de aquella catástrofe, como son algunos códices o libros jeroglíficos, anteriores unos a la Conquista y otros coetáneos o inmediatos a la misma.  Tales fueron la “Peregrinación Azteca” o “Mapa de Sigüenza”, original antiquísimo que señala la salida de los mexicanos de Aztlan y su viaje hasta Culhuacan; el “Códice Borgia”, calendario civil, ritual y astronómico de los aztecas, que es la mejor pintura que queda del antiguo México; el “Mapa Quinatzin”, que trata de la civilización texcocana y de la administración acolhua; el “Mapa Tepechpan y México”, que es una historia sincrónica y señorial de ambas naciones; el “Códice en Cruz” o “Anales de Cuauhtitlan, de Texcoco y de México”, que comienza en 1402 y acaba en 1557; la “Pintura Aubin”, códice de 1576 que contiene la serie de acontecimientos, desde la salida de Aztlan hasta la Conquista; el “Códice Mendocino”, mandado copiar por el primer virrey de México D. Antonio de Mendoza,......

La propagación de la lengua castellana fue causa de la decadencia de la literatura en lengua nahuatl, haciéndose cada vez más raros los libros escritos en este idioma. Solo de tarde en tarde, apareció en adelante alguno que otro. En 1765, Cortés y Zedeño publicó un “Arte, Vocabulario y Confesonario manual de la Lengua Mexicana, según se habla en el Obispado de Guadalajara”. En 1839, Teodoro de Almeida publicó un “Devocionario” en Orizaba. En 1932, Hugo Leicht tradujo al náhuatl las Fábulas de Esopo, y Amado C. Morales, el artículo 123 de la Constitución Mexicana de 1917. En 1888 tradujo la Constitución entera Miguel Trinidad Palma.

LOS MEXICANISMOS.

Reciben el nombre de mexicanismos en general las palabras, giros, y modos de hablar el castellano, propios de los habitantes de México.  Los mexicanismos son una parte principal de los americanismos de la lengua castellana.  Comprenden dos grandes grupos lexicológicos: a) voces de origen indígena; b) voces de origen español o de otras lenguas europeas.  Las primeras o indigenismos abarcan todas las palabras procedentes de las lenguas indígenas, que se han incorporado al castellano.  Son indigenismos, por consiguiente, los tarasquismos o palabras de origen tarasco, que se emplean sobre todo en el Estado de Michoacán; los zapotequismos o palabras de origen zapoteca, empleadas principalmente en el de Oaxaca; los maya-quichismos o voces de origen mayta-quiché, usadas corrientemente en Yucatán; los mixtequismos, empleados en Guerrero; los totonaquismos, usados en Veracruz; los nahuatlismos, etc. Los mexicanismos de origen castellano comprenden: a) las palabras que han cambiado en México su significación primitiva, conservada todavía en España: burro (escalera de tijera), tomar (beber); b) las palabras en desuso en España (arcaísmos), que conservan aún en México su viejo vigor (fierro); c) las formadas nuevamente en México (balacera, encuerar). Finalmente los mexicanismos procedentes de otras lenguas europeas comprenden las palabras de origen francés, inglés, italiano, etc., castellanizadas por los mexicanos.

Algunas raices de los aztequismos castellanos


ATL, agua. De la raíz a, que connota la idea fundamental de agua y por extensión, la de río, sed, orina y sudor. Nahuatlismos: acalote (camino de agua), acocote (calabaza, agujereada por ambos extremos, para sacar el aguamiel de los magueyes), acholotes, ahuehuete (árbol conífero), ajolotoe (batracio lagunero), amanal (gran excavación para depositar las aguas pluviales), ameyal (fuente que mana en tierra llana), amole (un guisado con agua), apasta (palangana), asúchil (flor acuática), atlanchana (yerba del cáncer), atole (bebida de maíz) y los geonímicos: Acalhuacan, Acaltepec, Acaltitlan, Acallan, Aculco, Achichilco, Ajusco, Almoloyan, aloapan, altotonga, Alzezeca, Anahuac,  Apan, Apitzaco, Atenco, Atotolnilco, Atoyac, Atlacomulco, Atlicpac, Atlixco, Atliztac, Axomolco, Cozamaloapan, Cualac, Hueyapan, Papaloapan, tequixquiapan, y Xochiapan.








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